lunes, 10 de noviembre de 2008

19ª Etapa: Olveiroa - Fisterra (35km)


Como os podéis imaginar la ropa mojada del día anterior no se me secó y no os podéis hacer una idea de lo desagradable que es ponerse otra vez el culote mojado y frío...., los calcetines y el calzado mojado y chorreante.

Con este panorama, el objetivo era completar los 35km que me separaban de Fisterra durante la mañana de manera que a mediodía pudiese hacer realidad otro de los objetivos de este viaje...


Pues de nuevo, toda la etapa fue entre arbolado, preciosa...



...pero mis pies cada vez tenían más frío y no me quedó más remedio que dar pequeños golpecitos a los dedos mojados para que entraran en calor y creo que lo conseguí. A Corcubión llegué medio mareado, debido al frío que me provocaba la ropa mojada.


Me tumbé en un banco al sol durante unos minutos y la verdad que mejoré lo suficiente como para tomar de nuevo mi bici camino de Fisterra.

A medida que iba aproximándome a la meta, iban apareciendo los indicadores de los kms que quedaban: 8, 7, 6...No quería llegar al final, en ese momento me hubiese gustado que la cuenta de números cambiara y fuera creciente para volver a ver a todos los amigos, experiencias, lugares que dejé atrás. Pero claro, esto no es posible.


La llegada a Fisterra fue a través de su playa de Langosteira, un tramo bastante relajante.



Fui directamente al albergue pero como estaba cerrado no podía esperar más para cumplir mi objetivo: meterme entre pecho y espalda una parrillada de marisco con un buen caldo de la tierra. Y a fe que lo conseguí, jajaja.


Estuve más de dos horas incando al diente al marisco hasta que pude comerme todo. Mi lengua parecía un estropajo pero me daba igual.

Satisfecho por el deber cumplido, me encaminé al hotel a cambiarme rápidamente para poder ir al faro de Fisterra a quemar algo de ropa para purificar el espíritu.


Estaba contento porque había cumplido mi objetivo de llegar al ¡¡¡KILÓMETRO CERO!!!



miércoles, 5 de noviembre de 2008

18ª Etapa: Santiago De Compostela - Olveiroa (55kms)


Después de pasar dos días en Santiago, era ya hora de partir, ante la llamada del mar, hacia Fisterra, al fin del mundo.


Como se me había roto la parrilla y mi bici tampoco estaba en las mejores condiciones, decidí alquilar una y de paso experimentar 'de primera mano' qué es eso de la amortiguación, jeje. Elegí una rígida, es decir, con amortiguación delantera.


Entre pitos y flautas (más de lo primero que de lo segundo) inicié el camino a eso de las 11 de la mañana y tenía que hacer 60km para poder llegar a Olveiroa, asi que no era moco de pavo.

Esta etapa, como todas las de Galicia fue muy bonita. Inmersión en los bosques con sus caminos, sus hojas secas y como no, sus vacas y perros pastores.





Después de Negreira (a 25kms de Santiago), la tónica fue la misma pero con un empeoramiento del tiempo hasta llegar a un punto en el que empezó a llover torrencialmente y el agua me caló hasta los huesos. Los últimos 5kms fueron por carretera y, como si fuese una lucha contra el reloj, empecé a dar pedales de forma desaforada para llegar al albergue lo antes posible. Adelanté a unos cuantos peregrinos que sin prisa pero sin pausa iban a llegar al mismo albergue que yo.

Cené un plato combinado y los dueños del bar me invitaron a una ración de jamón, que ya quisiera yo ver este detalle en Euskadi.

Por la noche estuve hablando con peregrin@s en la cocina y pasamos un rato agradable.

17ª Etapa: Ribadiso De Baixo - Santiago De Compostela (39.5km)


El día se presentaba ilusionante porque se iba a producir mi llegada a Santiago. Tenía ganas de ver la catedral y pasear por sus calles. Pero antes de todo eso, todavía me quedaban 40km, que iban a traer muchas sorpresas...


La primera parte de la etapa transcurrió entre bosques, riachuelos... siguiendo la tónica de los dos días anteriores. De vez en cuando el camino atravesaba la carretera que iba a Santiago.


Fue en uno de estos tramos cuando ocurrió lo que antes o después tenía que pasar: la parrilla dijo BASTA y me dejó más tirado que una colilla en una zona que para mi suerte iba paralela a la carretera general.


Por suerte, a medio kilómetro había un bar y me encontré con una de esas personas que no sabes de donde han salido pero que justo te ofrecen lo que necesitas de manera desinteresada. Se llamaba Jose Luis y le dije que si me podía acercar al siguiente pueblo, porque según mis papeles a 4km había una tienda de bicis. Llamé a la tienda y resulta que era un taller. Aun así, Jose Luis se ofreció a ayudarme ya que también iba a Santiago. Le propuse que llevase las alforjas y yo iría con la bici.

Así lo hicimos y una vez que me instalé en Santiago quedé con Jél y allí apareció con su coche y alforjas en ristre.


Increible, le estaré eternamente agradecido. Y, por cierto, la mujer de Bilbao, jaja.

El llegar a Santiago me produjo sentimientos contradictorios. Por un lado era el lugar por el que tantas penalidades había pasado y que parecía que siempre estaba lejos y nunca llegaría.


Por otra parte sentí un poco de tristeza porque se estaba terminando el camino al que tanto cariño le había cogido. De todas formas tenía pensado largar un poquito más mi viaje yendo hasta Fisterra a purificar mi maltrecho espíritu.


Por la noche quedé con mi amigo Juan de Cuenca y estuvimos cenando algo ya que él se volvía a casa al día siguiente. Nos bebimos entre otras cosas dos botellas de albariño...

lunes, 3 de noviembre de 2008

16ª Etapa: Portomarín - Ribadiso De Baixo (50km)


Definitivamente Galicia es un país de mierda, jaja. Lo digo porque esta etapa fue una continuación de la del día anterior, es decir, mierda y más mierda. Pero con mis flamantes frenos nuevos fui capaz de parar a tiempo para evitar en la medida de lo posible las zonas sucias.




Eso si, esta etapa junto con la del día anterior fueron muy bonitas en cuanto al paisaje y en cuanto al terreno, que era rompepiernas (bueno para mantenerse caliente).


Ribadiso De Baixo no me defraudó y es un lugar realmente paradisíaco.



Al día siguiente iba a llegar a Santiago y ya tenía ganas de ver el destino por el que tantas flechas amarillas había seguido.

15ª Etapa: Alto Do Cebreiro - Portomarín (61km)


El reto del día era llegar a Portomarín para poder llegar el penúltimo día a Ribadiso, albergue idílico en medio de la naturaleza.

El día comenzó como terminó, con mucha niebla y congelado de frío aunque por lo menos ya no nevaba, algo es algo. Ahí estaba mi pobre bici, había sobrevivido toda la noche a la intemperie y a los ladrones:



Inicié el descenso del puerto por carretera ya que me daba miedo meterme al camino por las condiciones climatológicas pero al final en cuando tuve la oportunidad lo hice porque me gusta más y es más divertido moverse entre piedras y charcos, al tiempo que te mantiene caliente. Y también porque la cabra tira al monte, jaja.

Ya en este descenso inicial me di cuenta de lo que iba a ser la tónica de toda la etapa. El paso por aldeas gallegas muy auténticas,


pero con el olor también muy auténtico e inconfundible a caca de vaca y lo que es peor: el paso por calles y caminos formados por una mezcla homogénea de barro y mierda.


Imaginaos a donde fue fueron a parar las salpicaduras de las ruedas...

Bonito el Mosteiro de Samos:


Al llegar al albergue de Portomarín lavé toda la ropa, esperando quitar ese olor tan embriagador, que me cautivo durante toda la jornada.

Por cierto que estuve toda la etapa muy justo de frenos y al llegar a Portomarín sólo podía frenar con los de atrás y malamente. Felizmente, el marido de la hospitalera tenía un taller de bicis y me los cambió esa misma tarde de domingo.

Lo mejor de Portomarín es el pueblo antiguo que fue abandonado en 1960 para hacer un embalse.


Decir también que un par de iglesias fueron transladadas piedra a piedra al pueblo nuevo.


14ª Etapa: Ponferrada - Alto do Cebreiro (51km)


Jornada dura la que se presentaba, y un objetivo claro: llegar al alto de O'Cebreiro de una pieza, cosa harto complicada porque había rumores de que estaba nevando.

La primera parte de la etapa fue llana sin nada reseñable,



salvo esta fila de botellas que no me quedó muy claro por qué estaban allí:


¿Quizás es para ayudar al sediento peregrino?

A la altura de Vega de Valcarce la carretera comenzó a picar para arriba,tendencia que se acentuaría con el paso de los kms.


Al llegar a La Faba, los peregrinos a pie iban por otra senda de 6km, mientras que las bicis teníamos que ir por la carretera.


Al principio iba subiendo a gusto, sacando mis fotitos pero, al pasar por un pueblecito me dio por preguntar a un lugareño y me aclaró que quedaban ¡¡11 Kilometrazos!!.


A medida que iba ascendiendo la temperatura bajaba, la lluvia aumentaba y la pendiente también, así que todos estos ingredientes hicieron que hubo un momento en el que estaba totalmente jodido. Incluso me tuve que parar a tomar una de esas barritas energéticas milagrosas y con ella y con mi tesón mantuve el tipo hasta que faltaron dos kilómetros para llegar (imaginaos lo jodido que estaba que casi no saqué ni fotos durante la subida).

En ese momento la lluvia se convirtió en nieve y apareció la niebla. ¿Alguien da más?


Ya no podía dar pedales ni en zigzag así que opté por bajarme de la bici y andar un poquito. (A todo esto, desde La Rioja, al andar con las playeras que uso para la bici es como si me clavaran un cuchillo en el tendón de Aquiles izquierdo, asi que en cuanto puedo me vuelvo a subir).

Finalmente entre la niebla apareció el cartel del Alto do Cebreiro, lo cual me lleno de alegría.


Después de dar prisa a la hospitalera, me fui raudo a tomar la mejor ducha de mi vida y, seguidamente salí al pueblo en busca de algo que llevarme a la boca.



Hummmm....

En Rabanal Del Camino


Jornada aciaga tanto en lo climatológico como, sobre todo, para la gente del albergue.

Resulta que se murió por la noche el hermano enfermo y me comentaron que iban a cerrar todo el día. Decidí no salir debido a la lluvia y sobre todo al viento así que si no cambiaba el tiempo me iba a quedar otro día más. Asi que ahí me tenéis en el comedor del albergue desde las 7:30 hasta las 12:30 viendo como llegaban los familiares del fallecido llorando a moco tendido. Y allí estaba yo, en la mesa leyendo El País (sin que sirva de precedente) tan pancho. Pero no podía irme a ninguna parte. Por cierto que ojeando mi horóscopo leo: 'CAPRICORNIO. Resistencia y capacidad para soportar las condiciones de vida más duras, como las que pueden encontrar exploradores y otras ocupaciones afines'. Yo que no creo mucho en estas cosas, tengo que reconocer que dió de pleno. Y seguía lloviendo....

El día lo pasé con peregrinos, unos que iban de paso y otros que llegaron para quedarse en Rabanal. A mediodía comí con una irlandesa muy maja y después estuve jugando al poker con tres franceses toda la tarde. Con fichas y todo, jaja.

Antes de cerrar los ojos leí en el techo de la cama del Albergue Municipal:

'No eres tu el que hace el camino, es el camino el que te hace a ti'.